La camiseta Nº13.

La camiseta Nº13

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El sol se estalla frente a mis ojos, me despierta y me incorporo lentamente. Intento recuperar el equilibrio después de una noche ajetreada. Veo pasar a la gente, con las mismas prisas de siempre, pasan de un lugar a otro como una gran comunidad de hormigas en su hormiguero. Hay más obreras que reinas, cada una inmersa en sus pensamientos pero al pasar a mi lado sus cuellos se tuercen con discreción, me miran e intentan tomar distancia.

indigentes se apropian de los carros de supermercado

Vivo en Málaga, ciudad solidaria para personas como yo, clima grato, con diversos espacios y donde se hace fácil conseguir la comida de cada día. He decidido vivir de esta forma y no otra, mi historia está dentro un carro de supermercado y nadie me espera. Vivo al día, es un verdadero desafío  que no pongo resistencia, acepto lo que tenga que ser sin esforzarme para cambiarlo, me entrego a la vida y estoy sujeto en sus manos.

Quemirasmuchacho__entiendopueslosientoperoaunquetodosepuedeaprendernotodosepuedeensearAquella noche terminé en el banco de la Plaza de la Merced, no siempre soy consciente en donde pueda acabar y tampoco me preocupa que la gente me observe. En realidad es mi única oportunidad que los demás dediquen unos minutos de su tiempo a alguien como yo, aún sigo conservando ciertos sentimientos y presiento el rechazo del mundo a un“perro flauta

Me incorporo lentamente en el banco, compruebo si tengo aún  mis pertenencias. Aunque parezca mentira siempre hay alguien que está peor que uno y no existe nadie tan pobre que no tenga nada que ofrecer.

camiseta-mavi-balonmano-la-calzada-temporada-1617 Mi cabeza poco a poco deja de dar vueltas y al bajar mi mirada , observo que llevo una camiseta morada con el número 13 inscripto al lado izquierdo del pecho.

¡Es mi número de la suerte, aunque no lo parezca!

Cuento con todo el tiempo del mundo e intento recordar cómo llegó la camiseta en mis manos sólo para entretenerme.

Recuerdo que  el anterior fin de semana vino más gente de lo habitual a mi barrio. Adrede, me  uní a la multitud, me sentí importante cuando pasé entre medio de ellos  como si fuese la reina del hormiguero. Entendí que no estaba para un abrazo, mi dignidad se había esfumado hacía mucho tiempo y si la memoria no me falla, me  había bañado en la playa la semana anterior.

En ciertas circunstancias no entiendo lo que separa la realidad de mi paranoilla, pero recordé que esperé bajo un árbol junto a mi carro, observé a mi hormiguero hasta quedar dormido. Cuando desperté me encontré con mi fiel compañera… la noche, el escondite de la infracción, trazó el paisaje oscuro de silencios forzados frente a  murmullos escondidos. Luego caminé y caminé sin rumbo como siempre.

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La luz puso en evidencia las diferencias y las miserias humanas. Mis pies me llevaron hasta toparme con la escultura del maestro Pablo Picasso. Mi colega malagueño se convirtió en una escultura llena de ofrendas por quienes visitan mi hormiguero. No quiero faltarle el respeto pero me llamó la atención uno de sus regalos y se lo pedí   prestado durante un tiempo

-“Y quisiera dejar muy claro que esto no es un robo. Seré lo que seré, pero jamás quitaría algo que no fuese mío y menos a un artista de mi tierra”.

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Me bañé en el albergue y me vestí con la camiseta 13 morada con el nombre del equipo y de su propietaria. Caminé con seguridad en mi hormiguero luciendo mi nueva adquisición

“¡El número 13 es mi número de la suerte, aunque no parezca!”…

Pasaron unos días…cuando una chica se acercó y me habló:

-¡Señor, disculpe que le moleste!

La verdad, que miré para un lado y hacia el otro. Estoy  segurísimo que no es a mí, nadie excepto la Policía y los de Servicios Sociales se acercan con un poco de respeto.

Al principio desconfié de la joven, pero efectivamente era a mí a quién habló.

Me acomodo el pelo hacia atrás para estar presentable y me pregunta:

-Perdone ¿ Esa camiseta, es de usted?

Tengo ganas de correr y no responderle, pero un impulso me lleva a contestarle que es un préstamo que me ha hecho mi amigo Picasso.

La joven con sonrisa amable me dice que no me preocupe y que disfrute de ese préstamo.

-¡Buenas tardes, que pase usted un buen día señorita! Y así me despedí, tartamudeando por la falta de práctica.

Después de aquel día, cosas extrañas me ocurrieron…

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Seguí usando la camiseta que me había prestado mi amigo Picasso, me sentía importante y muchas veces pasaba por la Plaza de la Merced un autobús con un equipo, que por su logo era de balonmano, tocaba su claxon, me saludaban un montón de chicas y les aseguro que no es otra de mi paranoia porque se dirigían a mí:

-Sí, es a ti, el de la camiseta morada con el número 13, disfruta de tu regalo.

P.D: Y como toda historia se compone de una mezcla  de realidad y ficción…les cuento que lo cierto es  que fue durante un Campeonato en Málaga de Balonmano Femenino, una chica asturiana deja su camiseta morada con el número 13 en la escultura de Pablo Picasso después  de haber ganado el torneo. Al otro año después del verano, una de sus antiguas compañeras de equipo, que había pasado al equipo local de Málaga, ve a un indigente con la camiseta de su amiga caminando por la Plaza de la Merced muy feliz en su propio hormiguero.

                                                                                                                                     MSA      9-2018